Análisis y punto de vista de un aficionado de a pie de lo que le ha faltado al flamenco para no haber llegado a la degradación en la que se encuentra.
En el flamenco nunca se han creado los canales de difusión, distribución y comercialización que, si tienen las otras músicas de calidad, por consiguiente, tampoco los mecanismos de defensa para afrontar los ataques del mercado. No ha tenido a su servicio con el mismo nivel y calidad a una prensa especializada, revistas, fanzine, radio, televisión… Nunca ha contado con el apoyo institucional como el que tuvo el blues con la Biblioteca del Congreso donde Alan Lomax fue puerta por puerta de la América profunda buscando a bluesman para grabarlos in situ. No hubo nadie que tocara o cantara blues que no fuera registrado por el etnomusicólogo. El nivel medio del interesado a esta música nuestra, ha sido el de aficionado de transistor, jamás ha sido incentivado a tener su propio archivo musical, a asistir a conciertos y recitales, se ha limitado en la mayoría de los casos a asistir al festival veraniego de su localidad. Nunca han sido aficionados militantes, preocupados en participar en las actividades en las peñas, implicándose en la difusión de este maravilloso mundo de lo jondo.
Si la mayoría de las peñas hubieran cumplido su función como por ejemplo Los Cernícalos en Jerez, Torre Macarena en Sevilla, Juan Breva de Málaga, La Platería de Granada, el Taranto de Almería, Sociedad de Cante Grande de Algeciras, La Soleá de Palma del Río o El Círculo Flamenco de Madrid, otro gallo le hubiera cantado al Flamenco. Entre la funciones que toda peña flamenca debería de haber afrontado está la de tener a disposición de los señores socios una copia de toda la discografía y bibliografía flamenca existente, el dar a conocer a sus socios y a todo el que se hubiera acercado por la misma, todo lo relacionado con el arte flamenco, historia, vivencias, anécdotas, a través de conferencias ilustradas, charlas, coloquios, tertulias semanales abiertas al
público en general y con una buena difusión de los actos, extensibles a institutos y universidades. Grabación de todos los actos ofrecidos en la peña. Programación de actuaciones a todos los niveles, atención preferente a artistas locales que por su calidad hubieran merecido ser promocionado y en todo caso a esos profesionales de calidad olvidados del flamenco oficial, propiciando también el que entraran en los estudios de grabación. Desgraciadamente esto no se hizo en su integridad, aunque las descritas sí hicieron varias de ellas.
Otro gallo hubiera cantado si el apoyo institucional estuviera en consonancia al patrimonio y la calidad de la música a preservar, comenzando por la puesta en marcha de un trabajo de campo exhaustivo desde el primer momento para recoger a todo el que cantara flamenco con un mínimo de
calidad recorriendo todas las comarcas cantaoras existentes. Trabajo que se realizó a menor escala y tardío con el Archivo de Vergara y Rito y Geografía, que debería de haber contado con la indagación y el apoyo de los aficionados locales, no dejando a ningún Tío Mollino, Santiago Donday, Bastián Bacán o Bolola… sin grabar.
Otro gallo hubiera cantado con una Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla dirigida colegiadamente, donde estuvieran representadas todas las tendencias flamencas de calidad, alejada del oficialismo y la comercialidad. Donde hubieran tenido cabida preferente, el flamenco de base, donde habitualmente estuvieran reflejados en los carteles todos los flamencos de calidad despreciados por el oficialismo, alejados del sota, caballo y rey preponderante. Con programación de recitales con la duración suficiente para todos los artistas que mostraran déficit con la afición pudiera desarrollar sin premura el arte que llevaban adentro. Estoy
hablando de artistas ninguneados como Agujeta, Antonio Chacón, Paco Taranto, Manuel Moneo, Manuel de Paula, Gaspar de Utrera, Manuel de Angustias, Diego de Morón, Carmen Ledezma, Diego Rubichi… Donde los estrenos absolutos y las obras grandilocuentes hubieran sido la excepción. Representación habitual también de todos los Tío Mollino, Bastián Bacán que se hubieran sacado a la luz. Para esto debería haber servido, por lo menos la parte más importante de la Bienal, para demostrar que fuera de la oficialidad del flamenco de márketing, de los intereses comerciales y del folklore había todo un mundo jondo de calidad, tanto en el cante, el toque y el baile.
Quincenas anuales en todas las provincias andaluzas con las premisas, perfectamente coordinadas para que no se pisen y si se quiere, con predominio de una de las disciplinas flamencas, cante, toque o baile, alternándose en años y localidad.
Apoyo a las peñas flamencas para que pudieran desarrollar sus actividades, con circuitos periódicos de actuaciones y
actos de intercambios artísticos por las mismas, alcanzado también a los centros educativos.
Otro gallo hubiera cantado si se hubiera incentivado las búsquedas de canales internacionales de difusión, distribución y comercialización de este arte, promocionado cuadros de calidad por circuitos de música étnica… Acuerdos para tener secciones o apartados de flamenco en revistas, programas de radios internacionales, documentales para las televisiones, obras teatrales, conciertos y todo tipo de promoción y de incentivación a la compra de música flamenca. Una música de tanta calidad la única forma de subsistir sin perder la
misma, aparte de incentivarla en su habita natural donde se creó para conseguir una mayor incidencia cultural y musical, es la búsqueda de aceptación internacional como hizo el blues, muchas minorías forman una mayoría suficiente para que esta música culta ruede por si sola.
La creación de una compañía discográfica andaluza dedicada a grabar a los artistas flamencos de culto que no se plegaron a las leyes del mercado, sacar a la luz todo el material inédito, recogidos y almacenados por todas las radios de la geografía españolas que habitualmente retransmitían festivales y recitales, especial atención a los archivos de RNE, Radio Sevilla, Radio Popular de Sevilla, de Jerez… Así como los de particulares que los acumularon tipo Ricardo Pachón. Compra de los master o acuerdos con las compañías discográficas para reeditar periódicamente, absolutamente todas la obras grabadas sobre nuestro arte, de todas las épocas...
Otro gallo hubiera cantado si los señoritos hubieran estado al mismo nivel que los aficionados pudientes del blues, en EE.UU. éstos se dedicaron a la creación de revistas para su difusión, compañías discográficas para grabar a todos los bluesman que iba sacando Alan Lomax, reediciones, así como reconstruyendo técnicamente con una enorme calidad
los discos de pizarra para pasarlos a vinilo o a otros soportes comerciales, patocinaron programas de radios... Algo parecido hizo aquí el Flamenco Vive, a pequeña escala con las reediciones. Aquí, los señoritos legales (aficionados), se limitaron a disfrutar en exclusiva del flamenco en fiestas particulares. Habría bastado con que hubieran pensado en el mañana, por ellos y resto de aficionados y haber grabado las juergas con aparatos de buena calidad, creando o contratando a compañías para editarlos, para tener al alcance de todos esos momentos imborrables para la posteridad.
¿Para qué ha servido la cuarentena de Congresos Internacionales de Arte Flamenco?
¿Tan difícil era hacer un diagnóstico y proponer soluciones con tanto erudito? ¿Tan difícil era hacer grupos de trabajo, por ejemplo, entre la prensa flamenca y echarle un vistazo a la homónima de otras músicas de calidad y hacer una revista mensual de calidad (la única revista mensual de flamenco y de venta en los kioscos está editada en Japón, curioso), programas de radios y TV de calidad? El blues es una música minoritaria, gracias a su proyección internacional subsiste por si sola, revistas, programas de radios proliferan por todo el mundo, pero claro lo principal es que en el propio país tenga resuelto el problema de la difusión, canalización y proyección de los mismos. Una página en España de blues, hay cientos de ellas, con su programa de radio y en la que a partir del año 2000 tiene reseñados ya más de 5000 discos de blues:
El blues logró interesar a aficionados fuera de sus fronteras naturales, la mejor forma de subsistir que tienen las músicas minoritarias. Esto faltó en el flamenco
Si tú, periodista flamenco, no eres capaz de poner en marcha una revista, un programa flamenco, con las mínimas secciones que debe tener un medio del género, indague lo que hacen otros colegas de profesión en otras músicas de calidad y trasládala al flamenco. Hay donde escoger y todas tienen muchos lugares comunes, ya que es un arte audiovisual, lo único que cambia entre unos y otras es la maquetación y el contenido musical, jazz, blues, clásica, rock. Todas llevan las mismas estructuras la única que es atípica e inservible es la flamenca. Aquí no hay evolución que valga.
ENTRE TODOS LO MATARON Y EL SOLITO SE MURIÓ
Hacia donde caminaba el Flamenco se veía venir, algunos lo avisaron e iniciaron una cruzada que resultó baldía, por el poder del enemigo a vencer y las circunstancias particulares de la afición y el entorno atípico de esta música culta. Eran los tiempos de los foros del Flamenco Word y Triste y Azul. Desde la parte más decente del flamenco oficial hubo un intento de sumarse a la causa con el programa de televisión Puro y Jondo, si bien los artistas elegidos no dejaban duda, los tertulianos seleccionados en algunos casos no eran los más idóneos para conseguir el propósito. Hubo otra parte de
la afición que no consideró importante hacer nada pensando que el flamenco volvería a renacer de sus cenizas tal ave fénix como ya ocurriera en la época de la Ópera Flamenca. Craso error las condiciones eran totalmente distintas, en aquella época las familias gitanas conservaban y transmitía en cante de una generación a otra, que independientemente del grado participación en la gestación del mismo, lo asumieron como propio. Estaba la figura de Antonio Mairena, con sus luces y sus sombras, consiguió aunar en torno suyo a gente de la cultura, instituciones, creando toda una parafernalia que dio paso a una de las corrientes del flamenco oficial que si bien, el que se movía no salía en la foto logró retrasar los augurios del libro de Quiñones de 1970. Con otros argumentos, pero con las mismas estructuras de oficialidad, los detractores de Mairena
fueron uniéndose a finales de los setentas en torno a Enrique Morente con la intención de construir un puente que conectara con las plazas de toros de la Ópera Flamenca. En medio, arrinconados sin ningún padrinaje, alejado de toda corriente oficial subsistía todo un submundo de artistas extraordinarios que se buscaban la vida como podía y donde estaba la verdadera esencia de este arte, la anarquía jonda, el flamenco underground de evolución lógica.
Tras el consiguiente análisis se advertía y así se defendía en los foros de lo que ocurriría con el flamenco y especialmente con el cante jondo al propósito del nirvana de este boom, el ataque empezó con el Nuevo Flamenco y el Flamenquito hasta alcanzar a la corriente oficial, por acción u omisión. Se entabló todo un entramado en torno a una supuesta evolución que escondía una innovación-renovación con el único fin de plegarse a las leyes del mercado, cuyo beneplácito exigía despojar el cante de toda dificultad interpretativa, de sus ásperas aristas jondas, llevándolo a terreno de la canción para que fuera carnaza de los 40 principales y demás radios fórmulas. Desde dentro de este entorno vieron el cielo abierto y rápidamente compraron el invento con el apoyo de la mal llamada prensa especializada que repetía como mantras las siguientes frases como salvoconductos para que, en el mejor de los casos, generar una música
decente con simple aleaciones flamencas y en su mayoría para generar verdaderos bodrios sonoros: “No se puede estar siempre copiando” “Hay que renovar desde el profundo respeto a la tradición” “Hay que adecuar el cante flamenco a los nuevos tiempos…” El respeto a la tradición era machacar el cante jondo como el PP machacó el disco duro del ordenado de Bárcenas, detrás de expresión “No se puede estar copiando siempre lo que ya está hecho” se esconde la incapacidad de emocionar a un público exigente con el único acompañamiento de una guitarra. Adecuar el cante flamenco a los nuevos tiempos era edulcorarlo con coros, estribillos pegadizos y toda clase de aditivos y colorantes, hasta degradarlo para amoldarlo a oídos menos exigentes y masivos. La otra parte del flamenco oficial, ya en declive, se dejó querer pensado en el café para todos y que el boom podía beneficiar al flamenco de verdad.
POR QUÉ LLAMÁIS FLAMENCO A LO QUE NO LO ES
Manuel Morao, aparte de extraordinario guitarrista, había sido el gran mecenas para casi todos los artistas de su tierra,
en sus Jueves Flamencos se subieron por primera vez a unas tablas, artistas que luego serían gente en esto del flamenco: Manuel Agujeta, Juan El Torta, Manuel Moneo, Diego Rubichi, El Garbanzo, Moraito, Juanata, María Soleá, María La Burra, El Capullo… Viendo el rumbo que tomaba el flamenco, pronunció una histórica frase que encerraba el quid de la cuestión “Por qué llamáis flamenco a lo que no lo es”.
El llamar flamenco a lo que no lo es, conllevaba que después de que pasara el tsunami del boom, siendo ésta la única música de calidad que nunca ha tenido mecanismo de autodefensa, el cante jondo jamás estaría de nuevo en el centro del flamenco. El pequeño mercado que tenía antes de que lo pusieran de moda, ya no volvería a apostar por el cante jondo, por productos de riesgo, este mercado seria solapado por el mal llamado flamenco adecuado a los nuevos tiempos, el que resultó de despojar el mismo de sus reconocibles esencias jondas. Los agraciados con los mejores padrinos conformaron el nuevo sota, caballo y rey de la nueva oficialidad, acaparando los beneficios de lo grandilocuente, las mejores actuaciones y cachet e incluso el dinero de las instituciones en detrimento de los pocos románticos que continuaban en las raíces (calidad). Cuando le vieron las orejas al lobo, cuando comprobaron que ya no les llegaban las migajas del principio de la movida, hubo un intento de organizarse para protestar y reivindicar que las instituciones se gastara el dinero en el flamenco de verdad y no en el sota, caballo y rey de la nueva hornada comercial.
Los críticos y artistas agraciados con el pelotazo crearon todo un falso dilema de puristas, ortodoxos e inmovilistas que estaban en contra de la evolución, que como hemos descrito no fue una evolución lógica, sino el darle la vuelta al flamenco como a un calcetín. El Flamenco pasó de ser los documentales de National Geographis al “Sálvame” de Telecinco, de Faemino y Cansado a Fernando Esteso, del grupo Burnin a Objetivo Birmania…
Para cantar flamenco hay que nacer, no todo el mundo tiene las facultades para interpretarlo, aunque adquiriera los conocimientos, en cambio el llevarlo al terreno de la canción, cualquiera es capitán general, donde productor y la técnica de estudio hacen verdaderos milagros para que el marketing y las huestes mediáticas hagan su trabajo. Curiosamente lo innovadores en la mayoría de los casos dejaban y dejan intactas las letras del flamenco, lo único que verdaderamente
ha permanecido inalterado desde que se crearon, ya que la música sin abandonar su esencia es lo que ha ido evolucionando con el paso de una generación a otra, con el respeto lógico y reconocible a la tradición. ¿Por qué los mal llamados evolucionadores no inventan un cante que amplíe la baraja cantaora? ¿Por qué a la hora de evolucionar no tiran al lado contrario de los 40 principales? ¿Por qué los pocos que hacen una música decente con un máximo de un 30% de flamenco dicen que están haciendo flamenco? Al llamar flamenco a lo que no lo es, lo que lo es, queda desfasado, aniquilado, queda desfenetrado
. Y máxime cuando para venderlo se presenta al flamenco de verdad como cosa del pasado.
¿Quién tiene la potestad de decir qué es flamenco y qué no lo es? Símplemente el aficionado, si lo que escucha te suena igual que una seguiriya, una soleá, una cartagenera, una bulería… eso es flamenco, he utilizado la expresión “si te suena”, no si es. Si el que está cantando esta diciendo el cante con la dificultad y jondura que le caracteriza, eso es flamenco, si por el contrario el que está cantando solo apunta el cante y está constantemente aliviándose, eso no es flamenco. Si está haciendo una canción en vez de cantar un cante, eso no es flamenco, si hace las veces de cantante de un grupo de rock, jazz… eso no es flamenco, aunque pegue cuatro quejíos, en la minoría de los casos puede ser hasta buena música, canción de autor, rock con raíces… pero nunca flamenco.
No queríamos ponerle puertas al campo, pero al llamar flamenco a lo que no lo es, se estaba construyendo un grueso muro a lo que, si lo es, asfixiando todo lo que se ha quedado dentro, esto es lo único que no queríamos. Evitar que se tapara la posibilidad que un día volviera a salir un Manuel Torre, un Juanito Mojama, un Tomás Pavón, una Niña de los Peines, una Fernanda de Utrera, un Manuel Agujeta, un Fernando Terremoto, un Perrate, un Juan Talega… A continuación, os dejo un artículo que escribió Emilio Jiménez Díaz en la revista Sevilla Flamenca muchos años antes de la inundación comercial ¿INNOVACIÓN? ¡NO… GRACIAS!:
Revisión de un artículo sobre el Flamenco Light que apareción en el Nº 0 del fanzine Soníos Negros en 1999
EN EL FLAMENCO NUNCA SE HAN CREADO LOS CANALES DE DIFUSIÓN, DISTRIBUCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN QUE SI TIENEN OTRAS MÚSICA DE CALIDAD
En el flamenco nunca se han creado los canales de difusión, distribución y comercialización que, si tienen las otras músicas de calidad, por consiguiente, tampoco los mecanismos de defensa para afrontar los ataques del mercado. No ha tenido a su servicio con el mismo nivel y calidad a una prensa especializada, revistas, fanzine, radio, televisión… Nunca ha contado con el apoyo institucional como el que tuvo el blues con la Biblioteca del Congreso donde Alan Lomax fue puerta por puerta de la América profunda buscando a bluesman para grabarlos in situ. No hubo nadie que tocara o cantara blues que no fuera registrado por el etnomusicólogo. El nivel medio del interesado a esta música nuestra, ha sido el de aficionado de transistor, jamás ha sido incentivado a tener su propio archivo musical, a asistir a conciertos y recitales, se ha limitado en la mayoría de los casos a asistir al festival veraniego de su localidad. Nunca han sido aficionados militantes, preocupados en participar en las actividades en las peñas, implicándose en la difusión de este maravilloso mundo de lo jondo.
SI TODOS LOS ACTORES HUBIERAN ESTADO AL NIVEL DE LOS DEL RESTO DE MÚSICAS DE CALIDAD, OTRO GALLO HUBIERA CANTADO
Peña Flamenca Los Cernícalos de Jerez |
Peña Flamenca El Taranto de Almería |
Otro gallo hubiera cantado si el apoyo institucional estuviera en consonancia al patrimonio y la calidad de la música a preservar, comenzando por la puesta en marcha de un trabajo de campo exhaustivo desde el primer momento para recoger a todo el que cantara flamenco con un mínimo de
Archivo del Cante Flamenco Vergara |
Otro gallo hubiera cantado con una Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla dirigida colegiadamente, donde estuvieran representadas todas las tendencias flamencas de calidad, alejada del oficialismo y la comercialidad. Donde hubieran tenido cabida preferente, el flamenco de base, donde habitualmente estuvieran reflejados en los carteles todos los flamencos de calidad despreciados por el oficialismo, alejados del sota, caballo y rey preponderante. Con programación de recitales con la duración suficiente para todos los artistas que mostraran déficit con la afición pudiera desarrollar sin premura el arte que llevaban adentro. Estoy
La Bienal nunca sirvió para difundir y promocionar el Flamenco de verdad fue derivando en un espectaculo grandilocuente |
Quincenas anuales en todas las provincias andaluzas con las premisas, perfectamente coordinadas para que no se pisen y si se quiere, con predominio de una de las disciplinas flamencas, cante, toque o baile, alternándose en años y localidad.
Apoyo a las peñas flamencas para que pudieran desarrollar sus actividades, con circuitos periódicos de actuaciones y
Peña Flamenca Torres Macarena |
Otro gallo hubiera cantado si se hubiera incentivado las búsquedas de canales internacionales de difusión, distribución y comercialización de este arte, promocionado cuadros de calidad por circuitos de música étnica… Acuerdos para tener secciones o apartados de flamenco en revistas, programas de radios internacionales, documentales para las televisiones, obras teatrales, conciertos y todo tipo de promoción y de incentivación a la compra de música flamenca. Una música de tanta calidad la única forma de subsistir sin perder la
Única revista mensual de flamenco en el mundo |
La creación de una compañía discográfica andaluza dedicada a grabar a los artistas flamencos de culto que no se plegaron a las leyes del mercado, sacar a la luz todo el material inédito, recogidos y almacenados por todas las radios de la geografía españolas que habitualmente retransmitían festivales y recitales, especial atención a los archivos de RNE, Radio Sevilla, Radio Popular de Sevilla, de Jerez… Así como los de particulares que los acumularon tipo Ricardo Pachón. Compra de los master o acuerdos con las compañías discográficas para reeditar periódicamente, absolutamente todas la obras grabadas sobre nuestro arte, de todas las épocas...
Otro gallo hubiera cantado si los señoritos hubieran estado al mismo nivel que los aficionados pudientes del blues, en EE.UU. éstos se dedicaron a la creación de revistas para su difusión, compañías discográficas para grabar a todos los bluesman que iba sacando Alan Lomax, reediciones, así como reconstruyendo técnicamente con una enorme calidad
los discos de pizarra para pasarlos a vinilo o a otros soportes comerciales, patocinaron programas de radios... Algo parecido hizo aquí el Flamenco Vive, a pequeña escala con las reediciones. Aquí, los señoritos legales (aficionados), se limitaron a disfrutar en exclusiva del flamenco en fiestas particulares. Habría bastado con que hubieran pensado en el mañana, por ellos y resto de aficionados y haber grabado las juergas con aparatos de buena calidad, creando o contratando a compañías para editarlos, para tener al alcance de todos esos momentos imborrables para la posteridad.
¿Para qué ha servido la cuarentena de Congresos Internacionales de Arte Flamenco?
¿Tan difícil era hacer un diagnóstico y proponer soluciones con tanto erudito? ¿Tan difícil era hacer grupos de trabajo, por ejemplo, entre la prensa flamenca y echarle un vistazo a la homónima de otras músicas de calidad y hacer una revista mensual de calidad (la única revista mensual de flamenco y de venta en los kioscos está editada en Japón, curioso), programas de radios y TV de calidad? El blues es una música minoritaria, gracias a su proyección internacional subsiste por si sola, revistas, programas de radios proliferan por todo el mundo, pero claro lo principal es que en el propio país tenga resuelto el problema de la difusión, canalización y proyección de los mismos. Una página en España de blues, hay cientos de ellas, con su programa de radio y en la que a partir del año 2000 tiene reseñados ya más de 5000 discos de blues:
El blues logró interesar a aficionados fuera de sus fronteras naturales, la mejor forma de subsistir que tienen las músicas minoritarias. Esto faltó en el flamenco
Si tú, periodista flamenco, no eres capaz de poner en marcha una revista, un programa flamenco, con las mínimas secciones que debe tener un medio del género, indague lo que hacen otros colegas de profesión en otras músicas de calidad y trasládala al flamenco. Hay donde escoger y todas tienen muchos lugares comunes, ya que es un arte audiovisual, lo único que cambia entre unos y otras es la maquetación y el contenido musical, jazz, blues, clásica, rock. Todas llevan las mismas estructuras la única que es atípica e inservible es la flamenca. Aquí no hay evolución que valga.
ENTRE TODOS LO MATARON Y EL SOLITO SE MURIÓ
Hacia donde caminaba el Flamenco se veía venir, algunos lo avisaron e iniciaron una cruzada que resultó baldía, por el poder del enemigo a vencer y las circunstancias particulares de la afición y el entorno atípico de esta música culta. Eran los tiempos de los foros del Flamenco Word y Triste y Azul. Desde la parte más decente del flamenco oficial hubo un intento de sumarse a la causa con el programa de televisión Puro y Jondo, si bien los artistas elegidos no dejaban duda, los tertulianos seleccionados en algunos casos no eran los más idóneos para conseguir el propósito. Hubo otra parte de
la afición que no consideró importante hacer nada pensando que el flamenco volvería a renacer de sus cenizas tal ave fénix como ya ocurriera en la época de la Ópera Flamenca. Craso error las condiciones eran totalmente distintas, en aquella época las familias gitanas conservaban y transmitía en cante de una generación a otra, que independientemente del grado participación en la gestación del mismo, lo asumieron como propio. Estaba la figura de Antonio Mairena, con sus luces y sus sombras, consiguió aunar en torno suyo a gente de la cultura, instituciones, creando toda una parafernalia que dio paso a una de las corrientes del flamenco oficial que si bien, el que se movía no salía en la foto logró retrasar los augurios del libro de Quiñones de 1970. Con otros argumentos, pero con las mismas estructuras de oficialidad, los detractores de Mairena
fueron uniéndose a finales de los setentas en torno a Enrique Morente con la intención de construir un puente que conectara con las plazas de toros de la Ópera Flamenca. En medio, arrinconados sin ningún padrinaje, alejado de toda corriente oficial subsistía todo un submundo de artistas extraordinarios que se buscaban la vida como podía y donde estaba la verdadera esencia de este arte, la anarquía jonda, el flamenco underground de evolución lógica.
Tras el consiguiente análisis se advertía y así se defendía en los foros de lo que ocurriría con el flamenco y especialmente con el cante jondo al propósito del nirvana de este boom, el ataque empezó con el Nuevo Flamenco y el Flamenquito hasta alcanzar a la corriente oficial, por acción u omisión. Se entabló todo un entramado en torno a una supuesta evolución que escondía una innovación-renovación con el único fin de plegarse a las leyes del mercado, cuyo beneplácito exigía despojar el cante de toda dificultad interpretativa, de sus ásperas aristas jondas, llevándolo a terreno de la canción para que fuera carnaza de los 40 principales y demás radios fórmulas. Desde dentro de este entorno vieron el cielo abierto y rápidamente compraron el invento con el apoyo de la mal llamada prensa especializada que repetía como mantras las siguientes frases como salvoconductos para que, en el mejor de los casos, generar una música
decente con simple aleaciones flamencas y en su mayoría para generar verdaderos bodrios sonoros: “No se puede estar siempre copiando” “Hay que renovar desde el profundo respeto a la tradición” “Hay que adecuar el cante flamenco a los nuevos tiempos…” El respeto a la tradición era machacar el cante jondo como el PP machacó el disco duro del ordenado de Bárcenas, detrás de expresión “No se puede estar copiando siempre lo que ya está hecho” se esconde la incapacidad de emocionar a un público exigente con el único acompañamiento de una guitarra. Adecuar el cante flamenco a los nuevos tiempos era edulcorarlo con coros, estribillos pegadizos y toda clase de aditivos y colorantes, hasta degradarlo para amoldarlo a oídos menos exigentes y masivos. La otra parte del flamenco oficial, ya en declive, se dejó querer pensado en el café para todos y que el boom podía beneficiar al flamenco de verdad.
POR QUÉ LLAMÁIS FLAMENCO A LO QUE NO LO ES
Manuel Morao, aparte de extraordinario guitarrista, había sido el gran mecenas para casi todos los artistas de su tierra,
en sus Jueves Flamencos se subieron por primera vez a unas tablas, artistas que luego serían gente en esto del flamenco: Manuel Agujeta, Juan El Torta, Manuel Moneo, Diego Rubichi, El Garbanzo, Moraito, Juanata, María Soleá, María La Burra, El Capullo… Viendo el rumbo que tomaba el flamenco, pronunció una histórica frase que encerraba el quid de la cuestión “Por qué llamáis flamenco a lo que no lo es”.
El llamar flamenco a lo que no lo es, conllevaba que después de que pasara el tsunami del boom, siendo ésta la única música de calidad que nunca ha tenido mecanismo de autodefensa, el cante jondo jamás estaría de nuevo en el centro del flamenco. El pequeño mercado que tenía antes de que lo pusieran de moda, ya no volvería a apostar por el cante jondo, por productos de riesgo, este mercado seria solapado por el mal llamado flamenco adecuado a los nuevos tiempos, el que resultó de despojar el mismo de sus reconocibles esencias jondas. Los agraciados con los mejores padrinos conformaron el nuevo sota, caballo y rey de la nueva oficialidad, acaparando los beneficios de lo grandilocuente, las mejores actuaciones y cachet e incluso el dinero de las instituciones en detrimento de los pocos románticos que continuaban en las raíces (calidad). Cuando le vieron las orejas al lobo, cuando comprobaron que ya no les llegaban las migajas del principio de la movida, hubo un intento de organizarse para protestar y reivindicar que las instituciones se gastara el dinero en el flamenco de verdad y no en el sota, caballo y rey de la nueva hornada comercial.
Los críticos y artistas agraciados con el pelotazo crearon todo un falso dilema de puristas, ortodoxos e inmovilistas que estaban en contra de la evolución, que como hemos descrito no fue una evolución lógica, sino el darle la vuelta al flamenco como a un calcetín. El Flamenco pasó de ser los documentales de National Geographis al “Sálvame” de Telecinco, de Faemino y Cansado a Fernando Esteso, del grupo Burnin a Objetivo Birmania…
Para cantar flamenco hay que nacer, no todo el mundo tiene las facultades para interpretarlo, aunque adquiriera los conocimientos, en cambio el llevarlo al terreno de la canción, cualquiera es capitán general, donde productor y la técnica de estudio hacen verdaderos milagros para que el marketing y las huestes mediáticas hagan su trabajo. Curiosamente lo innovadores en la mayoría de los casos dejaban y dejan intactas las letras del flamenco, lo único que verdaderamente
Los aficionados y críticos en sus comienzos creaban fanzine con que apoyar la música que les gustaba algo de lo que ha carecido el flamenco |
ha permanecido inalterado desde que se crearon, ya que la música sin abandonar su esencia es lo que ha ido evolucionando con el paso de una generación a otra, con el respeto lógico y reconocible a la tradición. ¿Por qué los mal llamados evolucionadores no inventan un cante que amplíe la baraja cantaora? ¿Por qué a la hora de evolucionar no tiran al lado contrario de los 40 principales? ¿Por qué los pocos que hacen una música decente con un máximo de un 30% de flamenco dicen que están haciendo flamenco? Al llamar flamenco a lo que no lo es, lo que lo es, queda desfasado, aniquilado, queda desfenetrado
De lo más decente que ha tenido el flamenco oficial |
¿Quién tiene la potestad de decir qué es flamenco y qué no lo es? Símplemente el aficionado, si lo que escucha te suena igual que una seguiriya, una soleá, una cartagenera, una bulería… eso es flamenco, he utilizado la expresión “si te suena”, no si es. Si el que está cantando esta diciendo el cante con la dificultad y jondura que le caracteriza, eso es flamenco, si por el contrario el que está cantando solo apunta el cante y está constantemente aliviándose, eso no es flamenco. Si está haciendo una canción en vez de cantar un cante, eso no es flamenco, si hace las veces de cantante de un grupo de rock, jazz… eso no es flamenco, aunque pegue cuatro quejíos, en la minoría de los casos puede ser hasta buena música, canción de autor, rock con raíces… pero nunca flamenco.
Todas adolecían de los mismo, no tenían ni puñetera idea de lo que debería ser una revista musical |
No queríamos ponerle puertas al campo, pero al llamar flamenco a lo que no lo es, se estaba construyendo un grueso muro a lo que, si lo es, asfixiando todo lo que se ha quedado dentro, esto es lo único que no queríamos. Evitar que se tapara la posibilidad que un día volviera a salir un Manuel Torre, un Juanito Mojama, un Tomás Pavón, una Niña de los Peines, una Fernanda de Utrera, un Manuel Agujeta, un Fernando Terremoto, un Perrate, un Juan Talega… A continuación, os dejo un artículo que escribió Emilio Jiménez Díaz en la revista Sevilla Flamenca muchos años antes de la inundación comercial ¿INNOVACIÓN? ¡NO… GRACIAS!:
Revisión de un artículo sobre el Flamenco Light que apareción en el Nº 0 del fanzine Soníos Negros en 1999
Hablando de la función de las peñas, le ruego se informe sobre "EL MIRABRÁS", sita en Fernán Núñez (Córdoba). No se queda atrás de las que nombra al principio e incluso supera a varias de ellas en su labor en pro del Arte Flamenco.
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